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Marisol Aznar, actriz que representará el próximo sábado en Luco ‘¡Madre mía!’: “La crianza ha cambiado, ahora las madres dialogan y negocian, antes era un ‘cállate’ y punto’” Marisol Aznar, actriz que representará el próximo sábado en Luco ‘¡Madre mía!’: “La crianza ha cambiado, ahora las madres dialogan y negocian, antes era un ‘cállate’ y punto’”
Marisol Aznar actuó el pasado sábado en Bronchales y el día 6 estará en Luco

Marisol Aznar, actriz que representará el próximo sábado en Luco ‘¡Madre mía!’: “La crianza ha cambiado, ahora las madres dialogan y negocian, antes era un ‘cállate’ y punto’”

“La maternidad es un tema universal, el público conecta con la propuesta del espectáculo y sale feliz”
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Cruz Aguilar

Marisol Aznar es una veterana actriz aragonesa, conocida por sus papeles en Oregón TV, que está llegando al corazón de madres e hijos con su espectáculo ¡Madre mía!. El pasado sábado más de 200 personas se rindieron ante el monólogo en Bronchales, donde lo llevó a escena en el marco de la X edición del Festival Carabolas. Este próximo sábado día 6 volverá a la provincia de Teruel, al Festival Enluquecidos de Luco el Jiloca, donde lo representará, con acceso gratuito en el escenario Solar. Será a partir de las 22:00 horas y, al igual que en Bronchales, confía en que sea todo un éxito por la cercanía que brindan los lugares pequeños.

-¿Qué le llevó a centrar este espectáculo, ¡Madre mía! en las madres?

-A lo largo de mi carrera me ha tocado interpretar a muchas madres, sobre todo en Oregón Televisión. Son personajes que he construido con recuerdos de mi madre, de tías, familiares, vecinas del pueblo… Es un papel que llevo muy dentro, que me da alegrías y con el que disfruto mucho. Un día pensé que podía reunir todo eso en un espectáculo propio, porque es un tema universal. Sobre todo porque me parece un tema universal, todo el mundo lo entiende y lo siente cercano porque, como digo en el monólogo, que levanten la mano todos los que tienen o han tenido madre.

-Entre todos esos retratos de madres que muestra sobre el escenario, ¿cuál se le parece más?

-Eso lo tendrían que responder mis hijas (ríe). En escena interpreto versiones exageradas de la madre pesada, la que dice “yo no digo nada, pero lo digo”, la víctima… Yo creo que no soy ninguna de ellas, pero luego mis hijas me aseguran que sí, que tengo algo de la madre pesada, de la que no dice nada pero dice, de la víctima.... Lo bonito es que después del espectáculo muchas familias comentan en casa a qué madre se parece cada una, se genera una comunicación al hilo del monólogo.

-El espectáculo mezcla humor y emoción. ¿Cómo logra ese equilibrio que a veces resulta tan complicado?

-Desde el principio quise que el público se sintiera parte de la función. Les planteo preguntas sencillas que los invitan a participar. Y además integro a madres reales, mujeres mayores que han dedicado su vida a hijos y nietos. Ellas hablan desde el corazón y eso genera momentos muy emotivos. Por eso hay risas, pero también alguna lágrima.

-¿Ha habido alguna reacción del público que le haya dejado sin palabras o sorprendido especialmente?

-Sí, hay un instante en el que los espectadores, si están con su madre, se atreven a decirle “te quiero”. A veces cuesta expresar ese sentimiento y allí surge de forma natural. Es un momento mágico, que me emociona cada vez que ocurre por la complicidad que se genera entre las madres e hijos que acuden juntos a la representación.

-Tras varios meses en cartel, ¿cómo valora la acogida?

-Fabulosa. El público conecta con la propuesta y sale feliz, lo que me está dando muchísimas alegrías. Ahora estaré en el Teatro de las Esquinas durante todas las Fiestas del Pilar y mi idea es llevarlo por todo Aragón, incluida Teruel, que me encanta.

-Este fin de semana actúa en Luco de Jiloca y el pasado sábado estuvo en Bronchales. ¿Qué aportan los pueblos pequeños a un espectáculo tan cercano como el suyo?

-Una cercanía especial. En Bronchales, por ejemplo, me comentaron que nunca habían visto tanta atención y silencio en un espectáculo. En lugares pequeños se crea una intimidad que lo hace aún más emocionante.

-¿Cree que la maternidad ha cambiado mucho de antes a ahora?

-Sí. Antes bastaba con un “cállate” y punto. Ahora se dialoga, se negocia, se aplican teorías educativas… En el espectáculo parodio esas nuevas formas de crianza, las llevo al extremo y la gente se ríe porque las reconoce. Existe una nueva maternidad, aunque convive con la de siempre.

-Si pudiera representar a una madre histórica o de ficción, ¿a quién elegiría?

-Hay muchos personajes que son de gran interés, por ejemplo las reinas que fueron madres de reyes. A menudo tuvieron un papel político fundamental y, sin embargo, quedaron relegadas a ser “la madre de”. Isabel la Católica, por ejemplo: fue reina, pero también madre que vio a sus hijos marcharse lejos para no volver. Ese lado humano de esas mujeres históricas me resulta muy atractivo.

-¿Qué mensaje le gustaría que el público se llevara de ¡Madre mía!?

-Que valore a las madres y ese espíritu de cuidado y empatía tan necesario hoy. Me gusta que, tras la función, las familias hablen de cuál es el mejor plato que cocina su madre o recuerden momentos especiales. Ese diálogo que surge en casa tras pasar por el espectáculo, cuando las madres preguntan a sus hijos cuál es el plato que cocinan que más les gusta, es lo más bonito que puede pasar.

-Para cerrar, ¿qué consejo maternal le hubiera gustado recibir cuando estaba criando a sus hijas?

-Que no me preocupara tanto. La crianza no trae manual y muchas veces sufrimos de más por cosas que con el tiempo se resuelven solas.

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