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Patxi Uriz, ganador del Goya 2016 al mejor Cortometraje Documental: “Vivir en una tierra fría y dura hace que la gente del medio rural de Teruel sea especial” Patxi Uriz, ganador del Goya 2016 al mejor Cortometraje Documental: “Vivir en una tierra fría y dura hace que la gente del medio rural de Teruel sea especial”
Patxi Uriz, en su localidad natal de Puente la Reina - Gares (Navarra). Luis Carmona

Patxi Uriz, ganador del Goya 2016 al mejor Cortometraje Documental: “Vivir en una tierra fría y dura hace que la gente del medio rural de Teruel sea especial”

El cineasta navarro rueda un documental sobre siete encuentros literarios en otros tantos pueblos de la provincia
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El navarro Patxi Uriz, ganador del Goya al Mejor Corto Documental por Hijos de la Tierra, es cineasta, fotógrafo y documentalista especializado en viajes, gastronomía y mundo rural. Será el encargado de rodar un documental sobre la iniciativa Siete grandes para siete pequeños con la que Mi Pueblo Lee llevó este otoño a siete escritores de primera línea a otros tantos pueblos turolenses.

-¿Cómo surgió la idea de rodar un documental sobre esta serie de encuentros literarios?

-Fue un encargo de Maribel Molina, de la asociación Mi Pueblo Lee, y me pareció algo tan bonito que me tiré de cabeza. Y me sorprendió que pueblos pequeños como Lechago, donde viven como 40 habitantes, tienen biblioteca pero es que además la gente la utiliza. La gente que vive allí todo el año tiene una gran cultura, cuando llegaban los escritores a los pueblos conocían perfectamente su obra y su biografía, y los escritores se sentían mejor acogidos que en ningún lugar. Lo que quiero recalcar en este documental es algo de lo que estoy convencido hace tiempo, que en los pueblos es donde existe la auténtica humanidad.

-¿En qué fase de producción está ahora mismo?

-Por un lado estamos buscando financiación, y por otro estamos rodando la segunda parte del metraje, que consiste en regresar a los pueblos en invierno. Durante el otoño había buenas temperaturas y bastante gente, pero también quiero mostrar la antítesis, lo complejo que es vivir allí con frío y sin gente, a pesar de lo cual sigue siendo posible. Hasta ahora hemos estado en Oliete, San Agustín o El Castellar... allí nos ofrecieron una degustación de trufa negra, porque una chica de 30 años, la más joven del pueblo, ha montado un negocio y vive de la trufa y el azafrán junto a su pareja. Nos demuestra que se puede seguir viviendo de lo que nos da la tierra.

-Prácticamente toda su obra tiene que ver con el mundo rural, con la gastronomía y con la sostenibilidad alimentaria...

-Bueno, aunque vivo en Barcelona yo soy de pueblo, de Puente la Reina concretamente, en Navarra. Mi padre era agricultor y le ayudaba en el campo, aunque a mí  me gustaba más estar en el frontón. Y cuando me hice fotógrafo empecé a fotografiar lo que me gustaba, los campos, los mercados, lo que la gente comía... y aún no he parado. Me gusta la gente que come cosas con historia, y me gusta contarlo a los demás.

-¿La vida en el campo está llamada a extinguirse?

-Parece una cosa anticuada, ¿verdad? Pero hay mucha gente que nos está demostrando que no es así. Cuando la gente se siente mal sale a que le de el aire, se va a hacer el Camino de Santiago, porque nuestro cuerpo nos pide vivir en el campo. Da un poco de risa pero en Japón las grandes empresas organizan baños de bosque porque se han dado cuenta de que la gente lo necesita y después rinde mejor. Y el teletrabajo nos lo está empezando a poner más fácil, solo es necesario un pequeño empujoncito, una pequeña ayuda. No  hace mucho el alcalde de Libros me decía que la fibra óptica les pasa por la puerta del pueblo, pero que la empresa les cobra 15.000 euros por engancharse y ningún pequeño Ayuntamiento puede permitirse ese dinero. Ahí es donde las instituciones tienen que ayudar.

-¿El ámbito rural turolense tiene alguna especificidad con respecto a otras zonas de España que también conoce bien?

-He cruzado España de norte a sur y en Teruel he encontrado gente especial. Recuerdo la ilusión y la iniciativa de Ojos Negros, o la gente que te mostraba el azafrán y la trufa con orgullo... En otras zonas de España, con las peonadas y las subvenciones, falta mucha iniciativa. Estoy convencido de que la PAC y las peonadas son pan para hoy y hambre para mañana. En Granada hay campos de frutales que se han abandonado  porque la gente no ha querido dedicarse al campo. Si la gente que he conocido en Teruel hubiera tenido esos frutales no los hubiera dejado morir nunca. Esa rasmia que les da pertenecer a una tierra fría y dura les hace ser orgullosos y especiales.

-¿Por donde pasan las posibles soluciones?

-Yo creo que hay maneras en las que las administraciones pueden ayudar de forma real a fijar población. Incentivar para rehabilitar las casas abandonadas, exenciones de impuestos municipales para que la gente sea más proclives a alquilar sus casas o sus tierras... Hay herramientas como los Bancos de Tierras que ponen en contacto a personas que tienen tierras abandonadas con gente que busca una oportunidad de trabajo que están funcionando bien.

-Dada su militancia rural y sus conocimientos en sostenibilidad alimentaria... ¿qué opina de la polémica suscitada por el ministro Garzón y la ganadería intensiva?

-Estoy completamente a favor de la verdad descarnada que dijo Garzón, pero tenemos un presidente que no se moja y quiere tener contento a todo el mundo. Yo trato de comer carne de animales de pasto. Me hace gracia cuando Daniel Gascón habla en Un hipster en la España Vacía de cuando sopla el cerdal, que es cuando el cierzo viene impregnado de la fragancia de macrogranja. Las macrogranjas no dan trabajo porque se manejan con maquinaria y a base de antibióticos y medicinas que son suministrados a los animales para que sobrevivan en condiciones pésimas. Eso luego va a la capa freática y a tu comida. Y no puede ser, tenemos que volver a la ganadería extensiva y pastoril relacionada con la agricultura. Porque otro de los problemas  de la alimentación actual, carente de vitaminas y nutrientes, como me contó Santiago Santiveri, fundador de Casa Santiveri que murió con 101 años, es que los tractores no cagan.

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