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Rosario Camacho, historiadora del arte y experta en el obispo de Camañas José Molina Lario: Rosario Camacho, historiadora del arte y experta en el obispo de Camañas José Molina Lario:
Rosario Camacho, en una visita a Camañas, donde impartió una charla

Rosario Camacho, historiadora del arte y experta en el obispo de Camañas José Molina Lario: "Molina Lario fue un obispo progresista e ilustrado al que Carlos III recurrió muchas veces"

"Su gran hazaña fue llevar el agua a Málaga en 1784 y costeó el acueducto de San Telmo con fondos propios"
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Cruz Aguilar

Rosario Camacho es catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Málaga. Una de sus líneas de investigación es la Catedral de esta ciudad en cuya construcción el obispo José Molina Lario, nacido en Camañas, fue una figura clave.

-¿Quién fue Molina Lario?
-Fue un obispo muy importante, una persona muy relevante no solo para Málaga sino también para Albarracín, donde también fue Obispo en 1765 y diez años después, en el 75, viene a Málaga. Es una figura que destacó por su piedad y se preocupó mucho por su diócesis, por mantener viva la actividad de los sacerdotes y por crear empleo para la población. En la zona de Teruel construyó iglesias y además estaba muy dotado intelectualmente, publicó cartas pastorales. Era un obispo progresista e ilustrado.  Carlos III lo consideró uno de sus principales instrumentos de reforma y progreso y recurrió a él en muchas ocasiones. Fue una figura muy valorada en el siglo XVIII.

-¿Qué estudios tenía?
-Se formó en la zona de Teruel luego en la universidad de Valencia y Zaragoza, fue doctor en teología, magistral de la Catedral de Teruel y de Albarracín.

-¿Fue una persona muy preocupada por la educación de sus fieles?
-Sí, no solo de sus sacerdotes sino del pueblo en general y por activar fuentes de trabajo, abrió varias fábricas porque le preocupaba mucho.

Constructor de iglesias

-¿Qué hizo para ello?
-Colaboró con la construcción de iglesias y trasladó allí curas para que realizaran los oficios religiosos. En Albarracín construyó varias iglesias y en Orihuela del Tremedal tienen un magnífico templo para la que Molina Lario aportó mucho dinero. Ahí también participó José Martín de Aldehuela, un arquitecto turolense que Molina Lario se llevó luego a Málaga. El proyecto de Orihuela es fundamentalmente suyo, una iglesia de finales del siglo XVIII sobre una base anterior.

-¿Qué hizo en Málaga?
-Llega en 1776 y enseguida empieza a realizar visitas pastorales por toda la provincia para tomar nota de todo lo que necesita el Obispado, al que contribuyó con muchas obras, no solo religiosas. Llega en un momento en el las obras de la Catedral remiten por problemas de financiación. Las obras se detienen en 1782 porque se han agotado los fondos que aportaba la corona mediante impuestos. Pero sí se reviste el interior, en cuyas obras sus aportaciones son muy importantes. Él encarga los dos órganos, uno de ellos ya estaba proyectado por su antecesor y se construye costeado por el cabildo, pero decide construir otro igual pagado por él, así la música se complementa y toda la iglesia se llena de sonido. Para realizar esos órganos se trae al organero de la Catedral de Cuenca, Julián de la Orden, que es de lo mejor que hay en España en el siglo XVIII. Los dos órganos se construyen paralelamente y se trae también de Cuenca al arquitecto, escultor y ornamentaste José Martín de Aldehuela. Siempre se rodea de gente que conocía y que le había respondido bien en otras circunstancias. También renueva toda la capilla principal de la girola, que estaba muy destrozada y la arregla instalando ahí su sepulcro, junto al de otro obispo anterior.

Caminos

-¿Esas fueron sus principales aportaciones a la ciudad?
-No, contribuye en la construcción de los caminos desde el interior hasta el puerto, pero se le recuerda fundamentalmente por el acueducto de San Telmo. Málaga siempre tenía problemas de sequía porque su población era muy abundante y en crecimiento en esos finales del XVIII y el agua que se canalizaba de los manantiales no surtía a la población, en 1780 hubo una sequía terrible, había un proyecto desde 1720 pero estaba en un cajón porque el Ayuntamiento no tenía fondos. El obispo decidió acometerlo con sus propios fondos. Recabó los proyectos que había en el Ayuntamiento y, valiéndose del arquitecto Martín de Aldehuela, que en Teruel y Cuenca había demostrado experiencia en arquitectura hidráulica, los sacó adelante. El obispo siempre se rodeó de gente de su confianza y para el acueducto se trajo a dos personas de Camañas, su sobrino que era canónigo de la Catedral de Málaga, José Molina Sánchez, y al magistral que tenía en Albarracín, Ramón Vicente y Monzón. Ellos se encargan de llevar la gestión del acueducto, mientras que de la parte técnica se ocupa Martín de Aldehuela, también turolense. Las obras se inician en 1782 y en 1783 muere el obispo, que no ve la obra terminada. Sin embargo, los trabajos no paran porque el sobrino gestiona que los fondos de la herencia se destinen a sufragar la obra. El 7 de septiembre de 1784, víspera de la Virgen de la Victoria,  llega el agua a Málaga. El agua la obtienen abriendo una toma en el río Guadalmedina, que atraviesa la ciudad, a once kilómetro, y es una obra difícil porque van por un terreno muy abrupto. El acueducto lleva dos acequias, una cubierta para agua potable y una superior abierta para riego.

-Llama la atención que sea tan popular en Málaga y tan desconocido en su tierra.
-En Camañas noté un entusiasmo tremendo por recuperar su figura y en Málaga no es desconocido para nada, tiene una calle muy importante, que pasa por delante de la catedral. En 1919, cuando se hizo el nuevo Ayuntamiento, se pintaron unos lunetos con figuras importantes para la ciudad y entre la veintena que hay está su retrato.

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