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Black Mirror: espejito, espejito Black Mirror: espejito, espejito

Black Mirror: espejito, espejito

José Baldó

No todo el mundo está dispuesto a dejarse las córneas y un sinfín de horas para completar, capítulo a capítulo, series que se presumen interminables. Hoy en día, el cambio en los modelos de consumo televisivo y la oferta infinita de las plataformas de streaming obligan al espectador a seleccionar cuidadosamente los productos a los que va a dedicar su tiempo libre. Frente a las ficciones alargadas con numerosas temporadas somos muchos los que, de vez en cuando, agradecemos series antológicas donde cada episodio es independiente y cuenta una historia con principio y final.

En 2011, el guionista británico Charlie Brooker presenta al gran público un conjunto de relatos que mezclan ciencia-ficción, horror y costumbrismo bajo el título de Black Mirror. Su creador recoge el testigo de producciones clásicas para la pequeña pantalla como Alfred Hitchcock presenta… y, sobre todo, The Twilight Zone. Al igual que el pionero Rod Serling, Brooker busca el entretenimiento a través de la reflexión, y se sirve de la fábula distópica para alertar sobre los peligros de la excesiva dependencia tecnológica de nuestra sociedad. A pesar de contar con argumentos autoconclusivos para cada capítulo, Black Mirror logra forjar un universo propio y reconocible. Más allá del discurso tecnófobo, la serie alude al “espejo negro” que supone la pantalla vacía de nuestros dispositivos. En estos teléfonos móviles, tablets y televisores puede reflejarse el lado oscuro del ser humano; la tecnología no es mala, todo depende del uso que hagamos de ella.

Una nueva temporada

Tras un silencio de cuatro años, el próximo 15 de junio, Netflix estrena la sexta temporada de Black Mirror. Estos cinco nuevos capítulos prometen mantener la sorpresa, el humor negro y la “mala leche” que han convertido a la ficción en un referente de la televisión moderna.

Para aquellos que quieran ponerse al día con la serie, pero se sientan abrumados por los 27 episodios que la componen, les propongo una selección para abrir boca con el show de Charlie Brooker. En Black Mirror hay oscuridad y mundos distópicos, pero también romances intimistas, cuentos perversos que recuerdan al mejor Roald Dahl y thrillers con argumentos de pesadilla.

La serie comenzaba con un primer capítulo que era toda una declaración de intenciones. El himno nacional ha quedado para la posteridad como una apuesta valiente capaz de mezclar terrorismo, crítica a los medios de comunicación y falsa moralidad. El secuestro de una princesa pone a prueba el patriotismo y la dedicación a la corona del primer ministro británico. A partir de aquí, lo que ocurre entre un cerdo y el político supera cualquier leyenda urbana protagonizada por Ricky Martin, perros y botes de mermelada.

Hang the DJ es un drama romántico que se adelanta varios años al éxito de programas como First Dates. En Ahora mismo vuelvo, se pone en tela de juicio nuestra manera de consumir las redes sociales y el exceso de información personal que les confiamos.  Y San Junipero, uno de los episodios más aclamados de la serie, es un canto al amor entre dos chicas más allá de los límites del tiempo. Un relato esperanzador que propone un debate sobre la inmortalidad de la conciencia humana y la validez de la eutanasia como final de una vida y comienzo de otra.

A pesar de su estética futurista y sus giros de guion rocambolescos, Black Mirror es una serie más apegada a la actualidad de lo que pudiera parecer. Echando un vistazo a los telediarios y los periódicos, solo cabe hacerse una pregunta…

Espejito, espejito, ¿qué oscuro futuro nos aguarda?

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