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Un antihéroe llamado Perry Mason Un antihéroe llamado Perry Mason

Un antihéroe llamado Perry Mason

José Baldó

Según sus biógrafos, Erle Stanley Gardner probó suerte como boxeador, vendedor de neumáticos e, incluso, abogado defensor de causas perdidas antes de lanzarse a escribir y encadenar una novela de misterio tras otra. Su enorme éxito y su facilidad para armar tramas enrevesadas y abracadabrantes lo convirtieron en uno de los autores de ficción detectivesca más importantes del siglo XX. El caso de las garras de terciopelo, publicada en 1933, se convirtió en la primera aventura del abogado criminalista Perry Mason, la creación más popular de Gardner que llegó a protagonizar más de 80 novelas.

A mediados de la década de los 50, los relatos de Perry Mason se vendían a razón de veinte mil ejemplares al día, una proeza que no pasó desapercibida para los directivos de las cadenas de TV. La serie dedicada al legendario letrado (con Raymond Burr como protagonista) se mantuvo en antena durante 9 temporadas, de 1957 a 1966, y se convirtió en uno de los dramas policíacos más populares de la era dorada de la televisión estadounidense.

“Noir” duro y sin concesiones

En 2020, HBO estrenaba el fantástico reboot de Perry Mason. Una puesta al día violenta y oscura del personaje que recuperaba la atmósfera de los clásicos relatos pulp y nos mostraba una ciudad de Los Ángeles más cercana a las obras del rey del hard boiled James Ellroy que a las novelas originales de Gardner.

En su primera temporada, Mason (interpretado por Matthew Rhys) vuelve a la pequeña pantalla convertido en uno de esos detectives prototípicos de los clásicos del noir. Estamos a comienzos de los años 30 y Estados Unidos se recupera lentamente de la Gran Depresión; asistimos a los turbios orígenes del protagonista, mucho antes de convertirse en el hombre de leyes que todos tenemos en mente al oír su nombre. Un perdedor que malvive en una vieja granja, que acepta tomar parte en casos de poca monta mientras fuma un cigarrillo tras otro y bebe para sofocar sus pesadillas. Veterano en la primera guerra mundial, nuestro antihéroe lame en soledad las heridas provocadas por su descenso a los infiernos y por las secuelas de un divorcio traumático.

La serie arranca con el secuestro de un bebé y su posterior asesinato. El abogado E. B. Jonathan (John Lithgow), mentor y amigo de Perry Mason, encarga al sabueso que investigue los entresijos del crimen para averiguar lo que sucedió realmente. El resultado es una historia compleja y llena de tensión que muestra, a lo largo de sus 8 capítulos, el horror y la violencia sin paños calientes. Si Dashiell Hammett logró con El halcón maltés alejarse de la novela enigma y “sacar el asesinato del jarrón veneciano y arrojarlo al callejón”, los responsables de este revival de Perry Mason han querido poner tanta distancia respecto a la primera versión de Raymond Burr como la que existe entre el cínico detective Sam Spade y el vanidoso e insufrible Hercule Poirot.

Tras tres años de espera, por fin, HBOMax presenta la segunda temporada de la serie. Un brutal asesinato en el seno de una poderosa familia y la promesa de conocer la génesis del personaje son razones más que suficientes para seguir la pista de estos capítulos de estreno. Matthew Rhys vuelve a meterse en la piel de este desaliñado abogado en ciernes y nosotros, sufridos espectadores, no podemos más que desear que este nuevo y mejorado Perry Mason haya venido para quedarse.

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