Valdefresno, una ganadería con alma y raíces profundas del campo charro
A unos 30 kilómetros de Salamanca, conocemos a una ganadería con historia y tradiciónEn el corazón de las marismas de Doñana se forja la bravura de la ganadería Campos Peña
El herradero de la ganadería de Alicia Chico, bajo la lluvia en plena Sierra Morena
Márquez / Salamanca
En el corazón del campo charro, en la localidad salmantina de Tabera de Abajo, se levanta la finca Tellosancho, hogar de la ganadería Valdefresno, fundada en 1992 por Nicolás Fraile Martín. Pero la historia de esta casa ganadera va mucho más allá de esas fechas.
Valdefresno es la continuación de una estirpe dedicada en cuerpo y alma a la crianza del toro bravo, siendo actualmente la cuarta generación de la familia Fraile, desde que su bisabuelo Juan Antonio comenzara esta andadura ganadera.
Identidad propia
Valdefresno nace tras la separación de Nicolás de la ganadería familiar, El Puerto de San Lorenzo, que compartía con sus tres hermanos: Juan Luis, Lorenzo y Moisés. En 1994, Nicolás decide sacar su propio hierro y apostar por un proyecto personal con una base clara: el encaste Lisardo-Atanasio Fernández. Ese mismo año debutan en Madrid cogiendo antigüedad, concretamente el 16 de mayo cuando Curro Vázquez eligió sus toros para despedirse del coso venteño.
Un encaste que ha sido su bandera, su mayor orgullo y también, como reconoce el ganadero, fuente de no pocos dolores de cabeza.
A pesar de las dificultades actuales del sector, en casa de la familia Fraile siguen luchando por mantener vivo un encaste fundamental para la fiesta, convencidos de su importancia y de su identidad única. Porque el toro de Nicolás Fraile, cuando pisa una plaza, se reconoce al instante por su seriedad, su presencia y su bravura.
Raíces profundas
La base genética de la ganadería tiene sus raíces en 1976, cuando se adquiere una línea de Lisardo Sánchez. Más adelante, entre 1987 y 1988, se incorporan dos lotes de vacas procedentes directamente de Atanasio Fernández, en un momento en que la casa madre aún conservaba su prestigio ganadero.
En 2008, llega un paso decisivo cuando se adquiere lo mejor de la ganadería de los herederos de Javier Pérez Tabernero, 40 vacas consideradas "las estrellas" y un semental fundamental para la evolución de la ganadería.
Actualmente, Valdefresno mantiene una cabaña de 150 vacas madre, con líneas puras tanto “lisardas” como “atanasias”, que se refrescan entre ellas con criterio, siempre con la genética como prioridad.
Campo y trashumancia
Con una extensión de 600 hectáreas y un total de 500 cabezas de ganado, la finca mantiene un manejo tradicional a caballo, como se ha hecho siempre.
Nicolás recuerda con emoción aquellos años de trashumancia auténtica, en los que llevaban las vacas a Extremadura durante el invierno: 15 días a caballo, durmiendo en el campo, siguiendo las antiguas veredas y viviendo el campo en su esencia más pura.
Hitos en los ruedos
Valdefresno ha estado presente en todas las plazas de primera y segunda categoría de España y Francia, siendo Madrid y el país galo sus principales referentes. Un hito inolvidable fue el 15 de agosto de 2006 en Béziers, cuando se indultó por primera vez un toro de la casa, de nombre Cara Alegre, toreado por Iván García que fue también el primer toro indultado en la historia de esta plaza.
Otros toros históricos fueron: Lironcito, marcado con el número 50, lidiado por Enrique Ponce en Las Ventas en mayo de 1996, que fue la tarde de su consagración en esta plaza y otro Lironcito, con el que Sebastián Castella salió por la Puerta Grande de Madrid en la Feria de San Isidro de 2007, cortándole las dos orejas, siendo el primer francés en lograrlo, son ya parte del legado de esta casa.
En 2013, Nicolás Fraile lidió por primera en Pamplona, una plaza que ya conocían sus bueyes. Durante más de diez años, estos animales de Valdefresno corrieron los encierros de San Fermín en la época en que Chopera dirigía la plaza.
Responsabilidad
Para Nicolás, ser ganadero es una forma de vida que exige paciencia, afición y sacrificio. Su mayor deseo y responsabilidad no es solo mantener viva la ganadería, sino transmitírsela a sus hijos con el mismo amor, respeto y dedicación con que él la recibió de su padre.
Valdefresno no es solo una ganadería: es una forma de entender la vida, una lucha diaria por preservar una genética, una tradición y una cultura que forman parte del alma del campo bravo. Porque vivir en ese entorno, es más que una profesión, es un privilegio.
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