

El Cefca abre las puertas y orienta hacia la carrera científica a jóvenes investigadores con talento
El programa que se desarrolla todos los veranos persigue que estudiantes con vocación por la ciencia se animen a dedicarse profesionalmente a elloOcho investigadores del Cefca participan en la reunión de astronomía más importante de Europa
Una investigación del Cefca arroja luz a la evolución de los cúmulos de galaxias
El Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (Cefca) ha abierto las puertas este verano a tres jóvenes investigadores con talento para orientarles a seguir una carrera científica. Es una actividad formativa y laboral que desarrolla todos los años para animar a estudiantes que acaban de realizar el máster a que opten por esta vía profesional. Dedicarse a la ciencia les impone respeto, pero uno de sus tutores, el astrofísico Alessandro Ederoclite, asegura que pese a las dificultades que crean ver, “hacer carrera científica no tiene muchas más dificultades que otras”.
Los tres becarios de este año no lo tienen tan claro, pero tras la experiencia se muestran decididos a intentarlo y a emprender el doctorado. A través de este programa, el Cefca busca animar a jóvenes con talento que acaban de realizar sus estudios universitarios a que puedan elegir la carrera científica como su futuro profesional.
Son cautos, conscientes de las dificultades que entraña esa decisión, pero tras su paso por el Cefca parecen tener claro que quieren dedicarse a ello, aunque la circunstancia particular de cada uno es distinta y les condiciona al tener muy asumidas sus posibles limitaciones, aseguran.
Para el investigador del Cefca Alessandro Ederoclite, que es uno de los tutores, no hay limitaciones para ninguno de los tres porque tienen ganas, conocimientos y voluntad. “Si están aquí es porque valen, y entonces no hay nada que impida que hagan una carrera notable en el futuro”, afirma Ederoclite, quien considera que “no tienes que ser especialmente inteligente para hacer la carrera científica”, sino tener ganas y lanzarte a lograrlo.
Para optar a estas becas que convoca el Cefca hay que estar matriculados en un máster de Astrofísica, Astronomía, Física o Matemáticas de una universidad pública española durante el último curso, y la elección entre los candidatos la realiza un comité que valora tanto sus calificaciones universitarias como el currículum que presenta cada uno de ellos.
Los elegidos reciben una ayuda económica mensual y son incorporados al Cefca durante los meses de julio y agosto para desarrollar un trabajo de investigación bajo la supervisión de un tutor, poniendo el centro a disposición de ellos las herramientas informáticas necesarias para desarrollar el proyecto de investigación que se les encomienda.
Los perfiles de los tres becarios de este año son muy diferentes, tanto por sus procedencias y edades como por su trayectoria. La de mayor edad, Antonella Schenone, está realizando el máster de Astrofísica en la Universidad de La Laguna en Tenerife. Tiene 28 años y su trayectoria revela a una mujer vocacional, con ganas desde muy joven de dedicarse a la astrofísica, carrera que comenzó a estudiar tras emigrar a Europa.
Nacida en Chile, aunque creció en Argentina, emigró a Italia con 19 años y allí se sacó el grado de Astronomía en la Universidad de Padua. Actualmente está haciendo el máster en Astrofísica en la Universidad de la Laguna porque su especialidad es observacional e instrumental, “y Canarias tiene los mejores observatorios en suelo europeo”.
Laura Coronado, la becaria más joven este verano con 22 años, es madrileña y ha estudiado el grado de Física en la Universidad Complutense de Madrid. Se especializó en física teórica y el máster lo ha hecho en la misma universidad. Está pendiente de presentar su trabajo de fin de máster en septiembre.
Con dos másteres
El tercer becario de este año es Alejandro Florido, de 24 años y natural de Málaga. Estudió los primeros tres años de carrera del grado de Física en la Universidad de Córdoba y el último lo realizó en Granada. A falta de uno realizó dos másteres, recién terminados, uno de ellos en Astrofísica en la Universidad de Valencia y el otro de Matemáticas en la Universidad de Granada.
Los tres tienen en común que les gusta lo que hacen, pero les preocupa que en un campo tan competitivo como la investigación puedan dedicarse a hacer carrera científica. Tras su paso por el Cefca los tres reconocen que lo van a intentar porque la experiencia les ha resultado gratificante y creen que pueden hacerlo.
Sin esta experiencia tal vez no se hubieran aventurado, porque lo que han aprendido durante su estancia en estas instalaciones es que son capaces de intentarlo porque disfrutan con lo que hacen. La experiencia laboral que les precede, en el caso de Antonella Schenone, es larguísima, aunque no en el ámbito científico precisamente, puesto que cuenta que lleva trabajando desde los catorce años y su carrera se la ha pagado poco a poco con empleos en otros oficios, entre ellos de camarera. En cambio, para Laura Coronado ha sido su primer contacto con una experiencia laboral, mientras que Alejandro Florido había experimentado la investigación con anterioridad con otros grupos en astrofísica tanto en Roma como en Valencia.
Schenone cuenta que nada tiene que ver esta experiencia laboral con lo que habían sido sus trabajos anteriores. “Yo estoy completamente feliz, vengo al trabajo muy ilusionada y lo estoy valorando muchísimo”, comenta.
Coronado reconoce que al ser la primera vez que trabaja no tiene con qué comparar previamente. “Creo que es importante la primera vez porque te puede condicionar según cómo sea el tipo de experiencia, y me alegro mucho de que todo está yendo muy bien”, afirma. Asegura que sí le está gustando porque “vengo con ganas al Cefca”.
Florido comenta por su parte que ya tenía referencias al haber hecho trabajo científico previamente, pero la acogida en el Cefca ha sido tan satisfactoria que está contento. Cuenta que en la Universidad, al ser tan grande, todo es “más frío”.
La experiencia de estos dos meses -empezaron el 1 de julio y concluirán a finales de la próxima semana- les ha marcado, sobre todo para superar sus temores a hacer carrera científica en un entorno tan competitivo. “En España, a nivel global, es muy complicado el tema de la investigación”, afirma Coronado, que reconoce que cualquier persona que haya estudiado lo mismo que ellos querría dedicarse a la investigación. Da un tirón de orejas por ese motivo a la sociedad española, que considera que “debería ponerse un poco las pilas y espabilar con la investigación porque nos perdemos muchísima gente que es muy válida”.
Schenone añade que a veces no se facilita a la gente joven dar ese paso por la “precarización” de unos contratos que tampoco animan a seguir adelante, salvo que se disponga de recursos financieros en el ámbito familiar que les ayuden a seguir estudiando. En su caso asegura que tras el TFM y la experiencia en el Cefca va a “intentar” hacer el doctorado.
Coronado, aunque reconoce que no tiene nada pensado todavía, sí le gustaría hacer el doctorado sin cerrarse a ningún campo. “Dependerá de lo que encuentre y de quien me quiera”, afirma a la hora de posicionarse sobre el ámbito de estudio al que dedicaría su doctorado.
Florido también lo tiene claro y es seguro que hará el doctorado. El problema, cuenta, es que ya lleva un año postulando “y me está costando bastante porque hay mucha competencia en este ámbito, y hay también mucha gente muy buena”. Pone como ejemplo que solo en la Complutense de Madrid entran cada año a hacer el grado más de 200 estudiantes.
Si se multiplica por todas las universidades, los tres reconocen que hay un “cuello de botella” muy grande para dedicarse a la ciencia profesionalmente. “Tenemos que lidiar con ese problema”, apuntan. Sienten que los tres son “gente válida, pero por desgracia, o por suerte, no somos los únicos”.
Querer investigar
Schenone apunta que en su caso hizo la carrera trabajando y estudiando, “y eso se ve reflejado después, y el día de mañana que tengo que postular a un doctorado lo que se va a mirar son mis notas y lo que me demoré en hacer la carrera”, aclara, porque cree que nadie valorará cómo se sacó los estudios al tener que alternarlos con un trabajo para subsistir y pagárselos.
Para Schenone, haber trabajado este verano en el Cefca le ha demostrado que “quiero intentar dedicarme a esto”. Cuenta que lo tenía “bastante claro”, pero esta experiencia se lo ha “reafirmado aún más”. “Creo que la astrofísica puede aportar muchísimo a la sociedad sobre lo que somos, más allá de todo lo que de por sí aporta el conocimiento científico”, argumenta.
Coronado admite que lo suyo no es vocacional y que tampoco sabía si se iba a dedicar a esto, aunque sospechaba que iba a ser así, “y después de esta experiencia veo que sí, ha sido genial”. Argumenta que le apetecía mucho acudir al Cefca a probar y ver si le gustaba, “porque quería ver de verdad cómo es, no lo que te puedan vender”. Asegura que en la Universidad “todo el mundo te lo cuenta así, que la investigación es lo mejor que te puede pasar en la vida, pero luego en otros sitios te dicen que es lo peor, y lo mejor es vivirlo y hacerte tu propia opinión”.
Por su parte, Florido cuenta que él lo tenía claro y que la experiencia le ha permitido “abrir más las puertas, ya no solo soy astrofísico y matemático”, puesto que su ámbito de trabajo en el Cefca ha sido la ingeniería. “Estoy haciendo cosas avanzadas que a día de hoy son temas calientes, de hecho son cosas que no encuentro en ningún lado y me puede ayudar mucho en un futuro, ya sea algo intermedio entre astrofísica o matemáticas e ingeniería”, afirma.
Durante su estancia, a cada uno se le encarga un proyecto de investigación, que varía de unos a otros, como en el caso de Florido, que al ser su tutor el ingeniero Axel Yanes está trabajando en un prototipo de Inteligencia Artificial aplicado a la cocina del Observatorio de Javalambre. Coronado tiene de tutor al astrofísico Carlos López San Juan y está trabajando en la búsqueda sistemática de enanas blancas, mientras que Schenone ha estado trabajando en el desarrollo de un clasificador de estrellas variables.
Schenone tiene de tutor a Alessandro Ederoclite, que es italiano, por lo que se comunican en ese idioma, algo que este investigador del Cefca reconoce que nunca le había pasado en su carrera científica. “Es la primera vez en veinte años que hablo profesionalmente en mi idioma el italiano, y es algo que se me hace raro”, comenta.
Presencia positiva
Ederoclite considera que la presencia de estos estudiantes en el Cefca es muy positiva, tanto para ellos como para el centro por el aire fresco que aportan. Prueba de ello es que los de otros años siguen en contacto con ellos e incluso viajan a Teruel. “La relación es maravillosa y lo más bonito que veo es el entusiasmo que ponen”, afirma, al referirse a su becaria, que cuenta que llega a su despacho “a veces literalmente saltando de la emoción, y con gente así esto vale la pena”.
En su caso, asegura que como tutor intenta que el estudiante “tenga su iniciativa para que pueda aplicar en el trabajo lo que ha aprendido durante su carrera universitaria”. Si ve que es necesario aprender cosas nuevas, “pues se aprenden, porque esto es un paso más de su educación para llegar a ser astrofísicos de verdad, entre comillas”.
Valora que sea gente que se integra muy bien. Son jóvenes y argumenta que la carrera del investigador en astronomía está cambiando y lo seguirá haciendo. “Ellos están metidos en grandes bases de datos y en la Inteligencia Artificial, se encuentran en la frontera de lo que ahora es hacer astronomía, de forma que están empezando una carrera pero ya tienen cierta ventaja”, argumenta.
Ante los temores que expresan los estudiantes que pasan por el Cefca de dedicarse a hacer una carrera científica por la competitividad que existe, Ederoclite sostiene que lo fundamental es ser “curioso”.
“Tienen que encontrar una forma de alimentar esa curiosidad, y no es una cuestión de dar consejos, sino dejarse llevar por esa inquietud que tienen, porque si no, no hubieran hecho esta elección de carrera universitaria, por lo que seguro que van a seguir con eso”, concluye.
Buen ambiente
Ninguno de los tres estudiantes que están disfrutando de una beca de investigación de verano en el Cefca había oído hablar antes de este centro y Teruel era prácticamente un desconocido para todos ellos. La experiencia ha supuesto en cambio un gran descubrimiento, afirman, porque han visto las líneas de investigación que se están desarrollando y el buen ambiente que existe, en parte gracias a que es un sitio pequeño y permite un mayor contacto entre sus miembros.
Todos presentaron la solicitud para la beca porque en el ámbito de los máster que están realizando encontraron esa posibilidad y se presentaron, aunque en principio no tenían grandes expectativas, como comenta Laura Coronado. “Ha sido mejor de lo que me esperaba y una sorpresa porque todo el mundo hace como muchísima piña”, comenta esta estudiante, que valora ese punto de la experiencia, a la vez que haber descubierto Teruel. Afirma que es tan pequeña comparada con Madrid, que “por obligación, entre comillas, te tienes que socializar”. Alejandro Florido añade que la experiencia está siendo “muy familiar” porque todos les han acogido, “son muy cercanos y te ayudan”.
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