Las comidas y cenas son un momento de encuentro y descanso para los peñistas

Las comidas y cenas en la peña son un momento para descansar y reponer fuerzas y, sobre todo, para repasar con los amigos y amigas los mejores momentos de la Vaquilla del Ángel. Sentados a la mesa en los propios locales donde después seguirá la música y la fiesta, en las calles anexas y, en el mejor de los casos, en los salones de algún restaurante con aire acondicionado, los peñistas conversan entre plato y plato y estiran el tiempo para estar juntos.

Las peñas vaquilleras turolenses optan en primer lugar por contratar los servicios de las empresas de cáterin de la provincia porque sienten que son una garantía a la hora de servir la mejor comida. Y es en muchos casos serán las mismas que después les sirvan en otros eventos festivos de los pueblos o incluso en sus bodas. Sin embargo, resultan insuficientes para dar respuesta a la demanda que se concentra en cuatro días, por lo que también hay que recurrir a otras de fuera.

Preparar comida para grupos tan numerosos como los que conforman la Vaquilla -las 21 peñas suman cerca de 11.000 socios- requiere infraestructura y mucho tiempo y espacio. Quienes llevan haciéndolo hace más de una década se sienten ya parte de la familia y, de hecho, terminan la fiesta con el contrato apalabrado para la siguiente.