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El otro lunes de Vaquilla: cómo vivieron la tarde quienes no participaron en el ensogado El otro lunes de Vaquilla: cómo vivieron la tarde quienes no participaron en el ensogado
Los socios de El Ágüelo bailando con la actuación del dúo Luz & Leo este lunes. Juan Saura

El otro lunes de Vaquilla: cómo vivieron la tarde quienes no participaron en el ensogado

Vaquilleros bailan en conciertos o con DJ en las peñas, meriendan en la calle o van tras la charanga
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Mientras los toros ensogados protagonizaban la tarde del lunes en el centro histórico, cientos de turolenses eligieron otra forma de disfrutar la jornada: sin correr pero con las mismas ganas de fiesta.

La tarde del lunes ofreció un plan alternativo en el que la música, las meriendas, acompañar a las charangas o quedarse en la peña disfrutando de las últimas horas de fiesta marcaron el ritmo de quienes decidieron vivir la Vaquilla desde otro punto de vista, más relajado.

Un ambiente “más de casa y sin aglomeraciones”, explicaba María, que se dirigía a disfrutar del concierto tributo a La Oreja de Van Gogh en Los que Faltaban. “Es el mejor día”, aseguraba.

Desde primera hora de la tarde, las 21 peñas de la ciudad volvían a llenarse de vida, con diferentes opciones para todo tipo de públicos y gustos. Desde la fiesta Pont Aeri con Skudero y Xavi Metralla en Ultramarinos, hasta el concierto de EFFE en El Rescate, pasando por el tributo a Melendi y Estopa de El Disfrute.

En esta última peña estaban Lluch y Asensio, que explicaban que no les llama la atención correr los toros ensogados. Valenciana ella y murciano él, viven intensamente las fiestas desde que llegaron a Teruel hace varios años para trabajar, pero esa parte de la celebración no les termina de convencer. Por eso prefirieron quedarse en su peña. La más cercana, por cierto, a la Nevera, donde los ensogados comienzan y terminan su recorrido.

La hora de comer el regañao. J. S.

También hubo fiestas infantiles, como en El Disloque o Los Marinos, un buen plan para los turolenses más pequeños. Al igual que en El Despiste, donde Jorge y Elisa acudieron con sus dos pequeños, de 7 y 5 años a disfrutar de los hinchables y la fiesta de la espuma, “Aunque no somos de la peña”, aclararon

El ambiente familiar fue la tónica en El Ágüelo, donde ocupó un lugar preferente el regañao, en este caso junto a una sangría bien fría en el baile que la peña más entrañable de la ciudad organiza en el restaurante situado en la estación de autobuses con la actuación de Luz & Leo.

Sin embargo, no hacía falta acudir a una peña para poder disfrutar de la tarde del lunes. En un rápido recorrido por la Ronda Ambeles era posible encontrar de un vistazo a grupos de amigos reponiendo fuerzas con bocadillos, vasos gigantes llenos de patatas bravas o “salchipapas” y kebabs. Todo ello acompañado de bebida fría para que el bocado entre mejor y también para combatir el calor. Estos días, cualquier hora es buena para alegrar cuerpo y alma y los horarios habituales de comida saltan por los aires.

“Llevamos todo el fin de semana saliendo, y esta tarde nos apetecía un plan más tranquilo”, explicaba Alberto, uno de los jóvenes sentados en las escaleras junto a la estación de autobuses, donde se ubicaba el Punto Violeta y Arcoiris puesto en marcha por el Ayuntamiento, la Coordinadora de Organizaciones Feministas y la asociación Chrysallis. Una opinión que no parecía compartir el resto de los muchachos que le acompañaban, que pensaban en acudir a El Ajo en cuanto acabasen los bocadillos de los que estaban dando cuenta.

Justo enfrente, reponían fuerzas con regañaos Francisco, Maca, Bea, Kilian y Fernando de El Rescate, que se preparaban para el fin de fiesta junto a las pequeñas Sabina y Gala, que probablemente sean de las integrantes más jóvenes de la peña. También estaba el caso de aquellos que otros años han corrido los toros ensogados, pero que en esta edición de las Fiestas del Ángel han decidido no hacerlo, como Miriam, “taurina hasta la médula”, pero que está recuperándose de una lesión en el gemelo que le impide correr. En su caso, la tarde alternativa a los ensogados era una obligación más que una opción.

O el de aquellos sin un plan concreto, que paseaban entre las peñas, recorrían las calles del centro o se asomaban a ver los ensogados, aunque sin entrar en el recorrido. Todo para apurar las últimas horas de Vaquilla fuera de casa antes de que llegase la vuelta a la normalidad del martes, que ya asomaba acompañada de la rutina.

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