Baja la migración de grullas por la gripe aviar mientras los visitantes de la laguna se mantienen
Las cifras de pájaros muertos están estabilizadas y desde el inicio de la campaña se han recogido 992 cadáveresEl número de grullas muertas roza el millar, pero la incidencia cae en los últimos días
La Fiesta de la Bienvenida saluda a las grullas que están llegando a la Laguna de Gallocanta
El número de grullas que han pasado este año por la laguna de Gallocanta ha descendido en comparación con los periodos migratorios anteriores debido a la mortandad del norte de Europa de estas aves a causa de la gripe aviar. Sin embargo, ni el descenso de pájaros en la laguna ni la presencia del virus en algunas de las que allí pernoctan ha influido en el número de visitantes que a lo largo de esta primera parte de la campaña se han acercado hasta el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta en Bello.
Desde la Red Natural de Aragón explicaron que la gripe aviar o el descenso en el número de grullas no se ha notado en el número de visitantes que, a falta de las cifras definitivas que se cerrarán en unos días, incluso ha aumentado. Así, hasta el 30 de noviembre habían pasado 7.366 personas por el espacio musealizado de Bello, y todavía faltan por incluir las de la primera quincena de diciembre, ya que el espacio cerró sus puertas al público este domingo. Desde la Red Natural de Aragón precisaron que el año pasado hubo 7.673 personas, 800 de ellas sólo en diciembre, por lo que la previsión este año es no sólo alcanzar esa cifra sino superarla.
La educadora ambiental e informadora María Berna, concretó que prácticamente todas las visitas realizadas desde el inicio de la campaña todos los fines de semana, con capacidad para cien personas (50 el sábado y 50 el domingo) han estado llenas. Aseguró que no se ha notado la gripe aviar, pero concretó que sí afectó al volumen e visitantes una borrasca que trajo a la zona mucho frío en noviembre.
Casi un millar de grullas muertas se han recogido en el entorno de la laguna de Gallocanta, en las provincias de Teruel y Zaragoza, desde que comenzaron a llegar las primeras aves migratorias infectadas por la gripe aviar a mediados del mes de octubre.
Aunque las cifras de los primeros días sembraron la alarma, puesto que en apenas dos semanas se localizaron el 20% del total de las grullas muertas en toda la campaña, el pico de la gripe llegó a su máximo en la última semana de octubre y la primera de noviembre y a partir de ahí comenzó a estabilizarse. Desde mediados de noviembre apenas se recogieron cadáveres y, en los primeros días de diciembre, el número de ejemplares retirados es de uno al día como máximo, según precisa el director provincial de Medio Ambiente, Emilio Pérez. El responsable da el brote por controlado y reconoce que “ha ido mucho mejor que las primeras previsiones” y se ha ido adaptando al vuelo migratorio, mucho más reducido de lo habitual, según concretó.
Emilio Pérez detalló que el número de grullas muertas detectadas desde que se inició la migración se eleva a 992 y ahora ya no rastrean la zona varias cuadrillas como en los picos máximos para su retirada, sino que sólo van los forestales de la zona.
Así, detalló que en conjunto las cifras de grullas han estado muy por debajo de otros periodos migratorios y el censo máximo, con fecha de 18 de noviembre, no llegó a las 20.000 grullas, mientras que en jornadas de conteo de otros años se podían superar tranquilamente las 40.000.
En el conjunto de Europa se calcula que la mortalidad de estas aves migratorias ha sido de entre el 5% y el 15% y precisamente esos decesos han reducido el número de grullas que han atravesado la península Ibérica.
Desde la Asociación de Amigos de Gallocanta apuntaron que aunque la cifra oficial de grullas roza el millar, la real puede ser en torno a un 20% mayor por los cadáveres que hayan podido quedar sin retirar al no ser vistos.
Los aficionados a la ornitología especifican en los momentos más álgidos del contagio de la gripe aviar el comportamiento de los pájaros era distinto y estaban bastante disgregadas, utilizando dormideros en otras zonas además de Gallocanta. Los días que hubo gripe aviar hacían una entrada muy rara, volando en bandadas muy pequeñas y no lo hacían ordenado, sino de una manera mucho más caótica de lo habitual”.
Tanto la guía del CI de Bello como los integrantes de la Asociación de Amigos de Gallocanta indican con referencia al descenso en los censos que las cifras “hay que tomarlas con cautela” porque se limitan a un espacio y momentos concretos, y pueden variar en muy poco tiempo.
Esta misma semana se llevará a cabo uno de los dos censos anuales de toda España, que se hacen en los mismos días y, en este caso, ayudan a saber las aves que se quedan en la península Ibérica de invernada. La cifra habitual ronda las 250.000 y 280.000 grullas y conocer este año el dato puede arrojar mucha información sobre la afección causada por la gripe aviar, según apuntan desde Amigos de Gallocanta.
El último censo, realizado el pasado martes 9 de diciembre, arrojó un total de 11.041 grullas en dormidero.
“¿Pero duermen dentro del agua y con los pies mojados?”
Los visitantes del Centro de Interpretación Laguna de Gallocanta ubicado en Bello son principalmente adultos, de entre 18 y 70 años, aunque también hay grupos familiares y, entre semana, centros educativos. Los recorridos guiados por el entorno del humedal se alternan con el conocimiento que se ofrece en el propio espacio, donde además hay telescopios que permiten observar de cerca las aves.
Gallocanta es una laguna con agua salada y precisamente ese es uno de los datos que más llama la atención de los visitantes, que acuden con la idea de que las grullas hacen su parada en el Jiloca por la posibilidad de contar con comida y agua para beber. Durante su visita descubren que lo que les proporciona el vaso es seguridad a la hora de dormir, ya que pernoctan en su interior y así escuchan el chapoteo de cualquier mamífero que se introduce en el agua para atacarlas. “¿Pero duermen con los pies mojados?”, es una de las preguntas que más formulan los visitantes, según apunta María Berna, que es la educadora ambiental e informadora del espacio museístico.
Afloramientos para beber
Precisamente para estas aves migratorias Gallocanta resulta muy atractiva porque en las inmediaciones de la lámina salada de agua que les sirve de cama hay surgencias de agua dulce, denominadas en la zona navajos u ojos.
Otra de las cuestiones que más llama su atención es la distancia que recorren entre las zonas de cría en el norte de Europa, y las de invernada, entre la península Ibérica y África, separadas por entre 3.000 y 4.000 kilómetros.
Pero a estos visitantes esporádicos de día que acuden a aprender cosas sobre las grullas se suman otros que son fieles seguidores y que pasan varios días todos los años observándolas. Es el caso de Francesc Anguas, que cada año viaja dos veces hasta el Jiloca para admirar las aves migratorias y fotografiarlas.
El aficionado a los pájaros lleva desde el jueves por la zona y este lunes, tras verlas salir del dormidero, partirá él también hacia su casa en Barcelona. Se lleva como recuerdo decenas de imágenes de las aves comiendo y el lujo de haber observado grullas que han llegado desde lugares como Finlandia, Estonia, Alemania, Noruega y Suecia. “Es la información que traen las que llevan anillas”, relata, para añadir que su momento favorito de observación es cuando están comiendo, por la tranquilidad que transmiten.
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