

Linares de Mora: un rico patrimonio con castillos, murallas y masías fortificadas
La localidad fue señorío de la Mitra de Zaragoza en la Baja Edad Media y la Edad ModernaLinares de Mora cuenta con un importante patrimonio fortificado, distribuido tanto por el interior de la villa como por el resto del municipio. Durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, etapas en las que centraremos nuestra atención, Linares y Castelvispal fueron señoríos de la Mitra de Zaragoza (obispado o arzobispado de Zaragoza, según la fecha). En 1202, Pedro II de Aragón entregó este territorio y Puertomingalvo al obispo Ramón de Castrocol, con el fin de que lo repoblara y defendiera. Era un espacio que comprendía casi toda la cabecera del río Linares-Villahermosa, articulado por un tramo del complicado camino de montaña que, partiendo de la costa castellonense, cruzaba el macizo montañoso y enlazaba con el Camino de Valencia a Zaragoza por Cutanda, villa que también pertenecía a la Mitra.
Pero la definitiva ocupación episcopal de este espacio no se materializó hasta los tiempos del obispo Sancho de Ahones, con la construcción, hacia 1222, de los castillos de Linares y Puertomingalvo, asentados sobre antiguas fortificaciones andalusíes.

Linares, villa fortificada
La villa de Linares, situada en un cerro de fácil defensa, cuenta con un importante dispositivo defensivo, integrado por el Castillo y el recinto amurallado.
El Castillo se sitúa en la parte más alta del cerro. Para establecer su configuración, resulta especialmente valiosa la descripción efectuada en julio de 1532 por una comisión enviada por Fadrique de Portugal, arzobispo de Zaragoza, para evaluar el estado de conservación de distintos bienes de su señorío, de la que reproducimos algunos fragmentos entrecomillándolos.
El acceso a la fortaleza se realizaba por una rampa en zig-zag fortificada. Cada uno de sus tramos formaba un pequeño recinto, con su puerta y parapeto defensivo (“antepecho”), que en caso de ser ocupado podía ser batido desde las posiciones situadas a mayor altura. Una parte esencial de este sistema defensivo debió ser la “torre del cubo”, situada en el extremo occidental.
Tras pasar por las dos primeras puertas dispuestas en la rampa, a la fortaleza se entraba a través de una tercera sobre la que se alzaba un edificio. Junto a ella se encontraba el establo; y en un patio central de reducidas dimensiones estaba el aljibe, alimentado con las aguas de lluvia de los tejados de los edificios que lo rodeaban. Muy cerca se situaba la bodega, en la que en 1532 había guardado un pequeño arsenal; en él, destacaba la presencia de “quatro tiros de fierro viejos, encavalgados los tres y el otro desencavalgado”. Aunque en esas fechas debían ser cañones ya obsoletos, esta referencia indica que la importancia estratégica del Castillo de Linares se había mantenido hasta hacía unas décadas, al ser la segunda fortaleza de la Mitra con mayor número de piezas de artillería de pólvora.
Otras instalaciones documentadas son la cocina, el horno y un calabozo, este último próximo a la puerta de acceso a la fortaleza, en la torre del cubo o junto a ella. Además, el Castillo contaba con espacios de carácter residencial, destacando la sala de la chimenea y tres estancias anexas, por encima de las cuales había un granero.
En la esquina nororiental estaba la “torre del homenaje”, de planta poligonal. Para incrementar su carácter defensivo, a ella se accedía por el adarve del recinto superior, mediante una escalera de madera que subía hasta el tejado de la bodega. Por último, en la visita se cita la presencia de tres “garitas”, alguna de las cuales estaría asociada a la barbacana colgada en el escarpe septentrional y ligeramente avanzada respecto a la torre del homenaje.
En 1532 la fortaleza estaba parcialmente en ruinas y no tenemos constancia de que se llegase a reparar. La ausencia de acontecimientos bélicos en el territorio propició el traslado de las funciones administrativas y representativas del señorío a las Casas del Arzobispo, situadas dentro del caserío.
La villa también estaba protegida por un recinto amurallado, del que se conserva parte del trazado que discurría por las calles Portal, Baja, Empedrada y camino de Loreto, girando por la esquina occidental hasta el Castillo. En 1330 se documenta una importante fase de obras, en la que se levantaron dos torres, cuatro “bistorres” (torres abiertas por su parte posterior) y los lienzos de muralla existentes entre ellas, estipulándose que debía utilizarse “buen mortero e de buena arena e de buena calçina”, con “cantones (esquinas) e retro cantones de piedra picada” y con las “sayeterías (saeteras) segunt se convinía a la obra”.
Actualmente se conservan tres portales, destacando la torre-puerta del Portal Bajo o de la Fuente, abierta con arco de medio punto al exterior del recinto y con arco apuntado al interior de la villa. También se mantienen la torre-puerta del Portal Alto o del Hospital y el arco del Portal Medio o Portalico, ambos más transformados. Y en una intervención arqueológica efectuada hace unos años se detectaron restos de un cuarto portal en la calle Hispanoamérica, asociado al antiguo camino de Valdelinares. Además de los portales, se mantienen múltiples lienzos de muralla y, al menos, dos torres.

El patrimonio fortificado
En Castelvispal, antiguo municipio agregado a Linares, se conservan algunos restos de la vieja fortaleza episcopal que da nombre a la población. Construida entre 1222 y 1262, se situaba en la parte más elevada de la loma sobre la que se asienta el caserío, coincidiendo con el estrechamiento que servía de límite a la aldea medieval. En la visita de 1532 se indica que se encontraba “dirruydo en tierra”, salvo “un pedaço de paret del dicho castillo de la una parte que esta bueno”. Estos restos quedaron integrados en el edificio que a principios del siglo XX era la Casa del Curato. En la actualidad se conserva un muro adosado a un edificio de calle Nueva.
Además, en el término municipal se tiene constancia de, al menos, tres mases fortificados. Este tipo de construcciones constituyen una tipología singular y muy minoritaria dentro de las masías, caracterizada por la integración de una torre como elemento defensivo y de prestigio. Están asociadas a infanzones y élites rurales y con frecuencia su caserío es de mayor calidad arquitectónica e integra otras construcciones poco habituales, como las capillas.
El mas fortificado más relevante de Linares es la Masía de las Torres, situada muy cerca del límite con Nogueruelas. Posee una torre de planta cuadrada, de 5 metros de lado y 8 metros de altura, con una puerta ligeramente elevada sobre el nivel del suelo y con arco apuntado de sillería, y con múltiples aspilleras distribuidas por sus muros. Por el contrario, ha perdido su remate almenado.
En un edificio próximo se conservan reutilizadas las piezas de piedra tallada de dos remates de un ventanal gótico geminado con arcos trilobulados; estos elementos son acordes con la datación documental de la torre, aunque podrían no pertenecer a esta, sino a un edificio de función residencial o a otra torre desaparecida, lo que justificaría el reiterado uso del plural “torres” con el que se designa a la masía, documentado desde 1508. En el caserío también se conserva una capilla de Edad Moderna, con arco adintelado de sillería coronado con un óculo, manteniéndose también los restos de una pequeña espadaña.
Un aspecto que singulariza esta masía dentro del fenómeno del mas fortificado turolense es que se trata de uno de los dos únicos casos en los que se conocen las circunstancias de su construcción. El 4 de noviembre de 1346, Pierre de La Jugie, arzobispo de Zaragoza, concedió a Petro Noves de Coera, “militi y alcaide de Linares” el derecho a construir “domus et turris” en unas masías suyas. Dicha torre debía ser similar a la de Eximeno Luppi de Luna, antiguo alcaide de Puertomingalvo, cuyo permiso había otorgado apenas cinco días antes y en el que se habla de “turris menis sive merletas” (torre almenada). Sin duda, Petro Noves de Coera era un destacado miembro de la aristocracia local de Linares y este permiso era algo muy poco habitual.
La Torre Colás, situada en la ladera de la muela del Bolage de la Cañada, también debió ser una masía fortificada. Desgraciadamente, en el siglo XIX y en 1929 fue objeto de importantes remodelaciones, en el curso de las cuales debió desaparecer la torre. No obstante, sobre un pequeño resalte rocoso y en un aplanamiento contiguo al mismo, se conservan distintos restos arqueológicos que podrían pertenecer a fases antiguas de la masía fortificada y a la propia torre.
Por último, la Masía de las Paulejas de Abajo, situada en la parte baja de la ladera del Alto del Candelar, tiene una estructura turriforme de planta ligeramente rectangular, de 6,40 x 5,80 m; en origen debía ser exenta y, aunque ha perdido su remate superior, parece corresponder a una torre asociada a un mas fortificado.
La masía está documentada en el 1570, momento en el que pertenecía a Pedro Arcusa, si bien la documentación no permite precisar si en aquellas fechas era una masía fortificada.
La nómina del patrimonio fortificado de Linares de Mora indicada es susceptible de ampliarse a partir de nuevos estudios arqueológicos y documentales, tanto en lo que respecta a masías fortificadas (hay sólidos indicios de la existencia de alguna más), como en el apartado referente a construcciones defensivas anteriores a la Baja Edad Media.
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