El Cefca y Galáctica conciencian sobre el daño que produce la contaminación lumínica

La iluminación de los núcleos poblacionales supuso un importante avance de las sociedades industriales en su momento, pero la mala gestión de este recurso ha hecho que hoy la contaminación lumínica se haya convertido en un grave problema, no solo para el estudio del cosmos porque resta visibilidad nocturna para observar los cielos, sino de salud porque altera los ciclos de vida tanto de las personas como de los animales. Ese es el motivo por el que este año el Día Mundial del Medio Ambiente ha puesto su foco en el problema de la contaminación lumínica, en el que tanto el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (Cefca) como Galáctica han participado con la celebración de diferentes actos este jueves.

El Cefca albergó una conferencia impartida por el astrofísico del centro, Héctor Vázquez, que tituló Mirar arriba y no ver nada: astronomía y la defensa del cielo estrellado, con el que se refirió al problema de poder observar los cielos por culpa del reflejo de las ciudades. En Galáctica, el centro para la interpretación y la práctica de la astronomía de Arcos de las Salinas, acogió una actividad nocturna centrada en la observación de los cielos y la astrofotografía.

Antes de impartir la conferencia, Héctor Vázquez comentó que el origen de esta iniciativa es porque la gente es menos consciente de la existencia de esta contaminación, a diferencia de otras como la atmosférica o la del medio natural en su conjunto.

“No somos en cambio tan conscientes de que este exceso de iluminación artificial es perjudicial tanto a nivel de observación astronómica, ya sea amateur o profesional, sino también para la salud de los seres humanos y de la fauna al haber alterado los ecosistemas”, comentó Vázquez.

El astrofísico apuntó que la luz nocturna altera el ciclo de descanso de los animales, por lo que es importante intervenir para frenarla y plantear otro tipo de iluminaciones. Indicó que en el caso del ser humano, la melatonina es fundamental para el sueño y no se produce cuando hay luz.

“Cuando incrementamos la iluminación artificial durante la noche, lo que estamos haciendo es romper esos ciclos y alterarlos, y eso tiene efectos para la salud de las personas, que es uno de los efectos negativos”, explicó el científico. Aclaró que eso afecta igualmente a los animales, como pueden ser las aves migratorias, a las que altera sus ciclos. “En muchos casos lo que hace es agotar a las aves porque en la oscuridad se desorientan, van hacia la luz y se desvían de su camino”, indicó.

Afecta igualmente a todos los procesos de polinización con la luz artificial, y eso se ha puesto de manifiesto con las abejas, al visitar menos las flores que están más expuestas. Y de igual forma está ocurriendo con los animales que cazan de forma nocturna.

Estudios científicos

Aparte de ese componente para la salud en los seres vivos, Vázquez habló del gran daño que la contaminación lumínica provoca para los estudios científicos en el campo de la astronomía, como son bien conocedores en el Cefca por el trabajo que realizan desde el Observatorio de Javalambre.

“El ser humano está perdiendo esa conexión con el cosmos desde que tenemos la ventaja de tener luz artificial; pero digamos que nos hemos pasado”, aclaró, porque en la actualidad al vivir en núcleos urbanos grandes “la gente no tiene acceso a la luz de las estrellas y no puede disfrutar de los cielos, algo que es muy importante porque es lo que te conecta con el universo y te hace hacer preguntas sobre dónde estamos, y eso hace que evolucione el conocimiento”.

Para las observaciones astrofísicas, el científico recordó que Madrid, Valencia y Barcelona son las ciudades que más contaminación lumínica provocan, porque hacen aumentar el brillo del cielo y eso hace que sea menos oscuro “y limita nuestra capacidad de observar objetos débiles al tener un brillo de fondo más alto”. A ello se ha sumado el lanzamiento de grandes constelaciones de satélites que obliga a repetir muchas capturas de imágenes.

Aclaró que la buena noticia de este problema es que la solución está al alcance de la mano implementando otro tipo de iluminación adaptando las luminarias. Dijo que es recomendable usar leds de baja temperatura, de colores ámbar o rojizo, por debajo de una temperatura de 3.000 kelvins, ya que ese tipo de luz no afecta al ciclo circadiano de las personas.

Además, apuntó que hay que cambiar la orientación de la luz, y no lanzarla hacia arriba sino iluminar hacia abajo y buscar el apantallamiento, además de regular la intensidad y programar la luz en función de las horas.

Vázquez se refirió a los tres territorios Starlight de la provincia en Gúdar-Javalambre, Sierra de Albarracín y Cuencas Mineras, que tienen el compromiso de mejorar y preservar las condiciones de iluminación reduciendo la contaminación.

Arcos de las Salinas

Galáctica acogió durante la noche pasada una jornada nocturna en la que se reivindicó el valor de la oscuridad en el mundo rural, como territorios que hacen frente a la contaminación lumínica y que permiten a las personas reencontrarse con el placer de observar los cielos por la noche.

El coordinador de Galáctica, Nacho Pérez, explicó que en la jornada habían participado una veintena de personas entre astrónomos tanto profesionales como amateurs, y aficionados a la astrofotografía. A través de las actividades desarrolladas, Pérez comentó que se había puesto en valor que “sin el mundo rural no sería posible hacer ciencia, porque la contaminación lumínica de las ciudades impide ver los cielos”. Aseguró que los pueblos se han convertido en auténticas reservas de oscuridad para disfrutar el cosmos.

La actividad, que contó con la colaboración de Aras rural, arrancó con la charla El mundo rural: guardián del cielo nocturno, y continúo con una visita guiada por las instalaciones de Galáctica antes de un aperitivo. Tras anochecer se llevó a cabo una observación nocturna en la zona de las cúpulas de Galáctica.