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Encerrado con el diablo Encerrado con el diablo

Encerrado con el diablo

José Baldó

Para hacer más llevadera la vuelta al cole, la editorial Anagrama ha publicado por fin en nuestro país un mastodóntico volumen, de más de mil páginas, con los Diarios y cuadernos (1941-1995) de la escritora Patricia Highsmith. Unos textos que recogen la vida de la autora de Extraños en un tren desde su juventud hasta sus últimos años de retiro en Suiza y nos regalan el autorretrato visceral y descarnado de una mujer extremadamente celosa de su intimidad. Highsmith es también, con permiso de Thomas Harris y su sádico gourmet Hannibal Lecter, la creadora del psicópata más relevante de la literatura moderna, el talentoso Tom Ripley. Protagonista de cinco novelas, las historias de Ripley han sido adaptadas al cine en numerosas ocasiones y con multitud de rostros (Alain Delon, Matt Damon, Dennis Hopper o John Malkovich, entre otros). La escritora estadounidense convirtió a un sociópata asesino en el centro de buena parte de su obra; sin duda, cambió las reglas del suspense, alejándose del crimen de salón de té y los populares cluedos de doña Agatha para centrarse en el análisis psicológico de un antihéroe inolvidable.

Puesto que entre psicópatas y sádicos anda el juego, la recomendación de esta semana es una miniserie estrenada el pasado mes de julio en la plataforma Apple tv, Encerrado con el diablo (Black Bird). He devorado los seis capítulos de este true crime como si yo fuera el mismísimo doctor Lecter ante un siniestro banquete compuesto por pacientes rollizos encebollados, cerebros humanos en salsa y demás manjares para caníbales refinados.

La serie nos presenta a Jimmy Keene (Taron Egerton), un traficante de drogas de Chicago, condenado a diez años de prisión, que recibe una oferta difícil de rechazar. La administración de justicia le propone conmutar la totalidad de su pena si lleva a cabo una misión para ellos: Jimmy debe trasladarse a una cárcel de máxima seguridad, hacerse amigo de Larry Hall (Paul Walter Hauser), un presunto asesino en serie, y conseguir la confesión de sus crímenes para evitar que éste vuelva a pisar la calle.

Un viaje sin retorno al corazón de las tinieblas

Dennis Lehane es un nombre de referencia para los devotos de la novela negra contemporánea. Es el responsable de títulos tan populares como Mystic River, Shutter Island o Desapareció una noche, todos ellos llevados al cine con gran éxito de crítica y público. Como guionista televisivo ha participado en varios capítulos de la mítica The Wire o en la más reciente El visitante, adaptando una obra del omnipresente Stephen King. En esta ocasión, Lehane toma las riendas del proyecto y nos propone, siguiendo los códigos del thriller y el policial clásico, un viaje de seis horas al lado más siniestro del alma humana. Gracias a un reparto de actores en estado de gracia, Egerton y Hauser a la cabeza y un Ray Liotta enorme en su último rol televisivo antes de morir, la serie consigue que el espectador experimente el drama de unos personajes al límite, asfixiados en un entorno hostil. Seres de aliento nietzscheano, temerosos de asomarse al abismo y descubrir en su reflejo el monstruo que habita en su interior.

Al ver Encerrado con el diablo y los encuentros entre Jimmy y Larry es inevitable pensar en la excelente ficción de Netflix, Mindhunter. Las entrevistas entre ambos personajes nos devuelven al tempo paciente y perturbador de aquella serie apadrinada por el director David Fincher (Seven, Zodiac, La red social), una de las cumbres de la ficción moderna congelada desde 2019 tras solo dos temporadas. Recientemente, ha saltado a los medios la feliz noticia de una posible continuación de la serie. Recemos a Dios, a Alá, a Superman o al sacrosanto algoritmo de Netflix para que así sea. Por el momento, tenemos Encerrado con el diablo para ir abriendo boca y, créanme, es un aperitivo realmente sabroso.

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