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José Baldó

A principios de año, la crítica se deshacía en elogios con una pequeña película británica estrenada en Filmin y convertida en título de culto por la particularidad de su propuesta. Hierve (Boiling Point, 2021) es un ejercicio de virtuosismo apabullante. Rodado en un único plano secuencia, sin cortes, y con un ritmo endiablado, el film nos mete de lleno en la trastienda de un restaurante de moda durante el servicio de una noche de navidad. El actor Stephen Graham interpreta a un jefe de cocina que se ve superado por los problemas que surgen dentro y fuera de los fogones. Un drama culinario arriesgado, filmado con pulso de thriller, que agarra al espectador por las solapas y lo sienta a la mesa para obsequiarle con un festín de cine digno de estrella Michelin.

Bocados de humanidad

Disney + incorpora a su catálogo una serie que recupera la intensidad emocional de Hierve y, al mismo tiempo, funciona como una reescritura libre de su propio argumento. No me malinterpreten: The Bear, la extraordinaria creación de Christopher Stoner, se parece tanto al film de Philip Barantini como las esferificaciones de Ferrán Adriá al cubo gigante de alitas del KFC. Y no me refiero a la calidad de la comida, sino a la disparidad de intereses que mueve a sus creadores. Mientras Hierve plasma el realismo caótico y estresante de un restaurante de lujo, The Bear utiliza el mundo de la cocina como excusa para sacar a la luz el conflicto interior que atormenta a su protagonista.

El joven chef Carmen “Carmy” Berzatto (Jeremy Allen White), responsable de uno de los mejores restaurantes del mundo, aparca a un lado su exitosa carrera y regresa a Chicago para hacerse cargo del negocio familiar tras el suicidio de su hermano. Un humilde “deli” especializado en bocadillos, alejado de las complejas recetas a las que está acostumbrado. Acosado por las deudas y decidido a salvar el local, Carmy incorpora métodos sofisticados y prácticas de alta cocina que chocan de lleno con los hábitos de sus trabajadores.

Bajo el estruendo de las cacerolas y el calor sofocante de los fogones, The Bear esconde una sutil historia sobre el duelo y la pérdida de los seres queridos. Carmen solo es capaz de afrontar la muerte de su hermano Mike a través del trabajo y eso afecta a sus relaciones con el resto de la plantilla. Poco a poco, los gritos y las disputas convierten el escenario en una Pesadilla en la cocina sin Chicote, con una tensión casi insoportable que te obliga a mirar hacia otro lado y desear el alivio cómico de los chistes de Arguiñano. Una crisis que explota en su séptimo capítulo, un clímax de casi veinte minutos filmados en un plano secuencia que rompe los límites de la ficción y nos traslada al campo de batalla donde se elabora la comida y se persiguen los sueños (los de Marcus, el empleado que busca crear el donut perfecto o Sydney, la ambiciosa e idealista cocinera obsesionada con la excelencia).

Julia Child, la popular chef norteamericana que recrean las actrices Meryl Streep en el film Julie y Julia (2009) y Sarah Lancashire en una reciente miniserie de HBO, dijo que “el único obstáculo real es el miedo al fracaso. En la cocina hay que tener una actitud del infierno”. Todo ello está presente en The Bear; la naturalidad con que nos adentra en la vida cotidiana del restaurante (los enfrentamientos y el caos, pero también el afecto sincero y mutuo) permite que el espectador disfrute de su drama saboreando auténticos bocados de humanidad.

Un último consejo, manténganse alejados de la serie si pretenden seguir con sus dietas. The Bear abre el apetito y sus ocho capítulos conforman uno de los menús más sabrosos que pueden disfrutarse en televisión. ¡Buen provecho!

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