

El mundo rural muestra su pulso lleno de vida en Madrid frente a quienes buscan su muerte
20.000 personas, según la organización, participan en la manifestación en defensa de los territoriosLos bombos del Bajo Aragón, teloneros de Gloria Estefan con el latido de los territorios rurales
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El mundo rural mostró este domingo su pulso vital en Madrid frente a quienes parecen buscar su muerte, dentro de la movilización Salvemos el mundo rural agredido organizada por medio millar de plataformas de toda España que llevan tiempo denunciando los abusos que se están cometiendo contra el territorio a través de la instalación de macroproyectos que lo destruyen y el recorte de servicios. Teruel fue una de las provincias que más gente movilizó en una manifestación que nada tuvo que ver con la de la España Vaciada de hace seis años, pero que dio un nuevo puñetazo sobre la mesa para reclamar atención y respeto, y cuya participación cifraron en unas 20.000 personas los organizadores y en 1.500 la Delegación de Gobierno, según informó Efe.
Hubo mucha menos gente que en aquella movilización del 31 de marzo de 2019, aunque quienes acudieron dejaron bien claro el mensaje que se quería transmitir en la Cibeles de Madrid: las instituciones deben escuchar a los territorios y tenerlos en cuenta, garantizar sus servicios en igualdad de condiciones que las ciudades e impedir que las zonas poco pobladas sean utilizadas como territorios de sacrificio.
Si no se hace así, los pueblos morirán, como se advirtió en el manifiesto escrito por el escritor turolense Javier Sierra, que participó también en su lectura, Para salvarlos, abogó por tener en cuenta a sus habitantes y escucharles, dialogar y buscar un “equilibrio justo y común”.
La manifestación discurrió entre Atocha y la plaza de la Cibeles, donde se leyó el manifiesto y se repitió la escenificación del latido del mundo rural que late con fuerza con bombos del Bajo Aragón turolense.
Varios miles de personas procedentes de toda España y pertenecientes al medio millar de plataformas convocantes participaron en una movilización que fue un escaparate de la problemática del medio rural, no ya solo por la carencia de infraestructuras y servicios sino por los macroproyectos que se están instalando en los pueblos pequeños y que amenazan con destruir su medio natural y sus formas de vida. Los organizadores estimaron la participación en 20.000 personas.
Teruel fue una las provincias con mayor implicación y de hecho fue la que abrió la protesta, tras la pancarta de apertura con el lema Salvemos el mundo rural agredido, en la que había representantes de las coordinadoras de las plataformas que la habían organizado.
Multitud de pancartas y carteles del movimiento ciudadano Teruel Existe, con los nombres de los pueblos turolenses, recorrieron el paseo del Prado, a la par que otros colectivos de la provincia como la Plataforma de afectados por la minería en Teruel y la Plataforma a favor de los paisajes de Teruel, entre otras.
La maqueta a tamaño gigante que parodia los trenes conocidos como tamagochis y la cama litera, que denuncia las carencias de la sanidad pública, ambas realizadas por el movimiento ciudadano Teruel Existe, acompañaron a los manifestantes.
Durante el desarrollo de la movilización se corearon lemas en defensa de los territorios y contra su explotación salvaje, además de exigir políticas para las zonas rurales que tengan en cuenta a quienes viven en los pueblos: “El campo no se vende, el campo se defiende”, “Queremos oler a pino, no a la mierda de gorrino”, “Más beneficio y menos sacrificio”, “Placas no, olivos sí”, “Por un ferrocarril público y social”, “Fondos buitre fuera de mi tierra”, y “Necesitamos el campo limpio, no necesitamos que lo espoliéis”, entre otros.

Escenario en la Cibeles
En un escenario montado en la plaza de la Cibeles, las plataformas recordaron las reivindicaciones que les habían llevado a acudir a Madrid, una ciudad que este domingo vivía ajena a esta protesta acostumbrada a las múltiples manifestaciones que acoge la capital y que estaba más atenta al concierto gratuito de Gloria Estefan que se celebraba a la misma hora a muy pocos metros en la plaza Colón.
Los organizadores reclamaron que se parara la constante colonización de los territorios poco poblados con macroproyectos de renovables que destruyen sus medios de vida, o la avalancha de cientos de proyectos de fábricas de biogás y biometano, así como la proliferación de macrogranjas y explotaciones mineras destructivas; además de que deje de hacerse presión sobre el recurso del agua por el agotamiento y contaminación que se está haciendo de sus fuentes y acuíferos, y el cese del extractivismo minero masivo que daña el medio ambiente.
Además, reclamaron una Política Agraria Común que respalde un modelo de agricultura y ganadería familiar sostenible, infraestructuras para las zonas rurales, inversiones productivas respetuosas con el medio natural y que generen empleo de verdad en los territorios, y servicios equiparables a los de las ciudades en todos los ámbitos, sanitarios, educativos, sociales y de transporte para facilitar la movilidad.
Javier Sierra hizo un enfoque muy emotivo del manifiesto, que fue leído a tres voces, la del propio escritor como autor del mismo, la agricultora y ganadera Rosa Arranz y el investigador y divulgador científico Fernando Valladares.
En el manifiesto se enumeraron las causas por las que se “mueren” los pueblos ante la desidia de una clase política y unos intereses industriales cortoplacistas. Territorios, recordó, que se quedan sin servicios a la vez que se llenan de instalaciones masivas de energías renovables y de biogás, “que destrozan paisajes milenarios de alto valor medioambiental”; al igual que “macrogranjas que industrializan todo sin miramiento, destrozando un equilibrio que daba de comer a miles de familias”.
El texto leído a tres voces puso también el foco de atención en que los pueblos “los matan las políticas corruptas que lo permiten, y que encargan los estudios de viabilidad ecológica a las propias empresas que las promueven”, así como quienes “ignoran que el campo necesita una política de vivienda decidida, que facilite la construcción de nuevas casas”.

Malas decisiones de décadas
Sierra, que elaboró el documento tras las consultas que hizo con las plataformas convocantes de la movilización, apuntó en el mismo que los pueblos mueren igualmente por “las malas decisiones, de décadas, que han dejado extensas regiones del país sin un ferrocarril digno, aislándonos”.
Frente a los abusos, reclamaron un “diálogo con sentido común y visión de futuro”. Abogaron por un “mañana que sea sostenible y esté por encima de los beneficios cortoplacistas que esquilman nuestros pueblos de recursos naturales y expulsan a los vecinos”.
En declaraciones a este periódico, Javier Sierra indicó que elaborar el manifiesto había supuesto “dar voz a las personas que habitualmente no la tienen”, y que el encargo lo habia asumido “como un deber cívico”.
“Se tiene que escuchar al medio rural”, comentó a la vez que observaba que la cabeza de la manifestación estaba “a un paso” del Congreso de los Diputados donde se toman las decisiones. Reconoció que desplazarse a Madrid desde toda España para participar en la reivindicación había supuesto un “esfuerzo” para todos, “pero había que hacerlo”.
Lo importante, aseguró Sierra, es que haya un espíritu de “no confrontación” sino de “diálogo”. “No hemos venido aquí a demonizar a nadie”, aclaró como uno más de los manifestantes, sino a que “haya un punto de encuentro en el que entenderse, y el campo siempre ha sido ejemplar en hacer esto”.
Manifiesto
El escritor turolense Javier Sierra dio un enfoque muy distinto al manifiesto de la movilización Salvemos el mundo rural agredido de lo que suele ser habitual en estos casos. Además de un enfoque literario le imprimió elegancia, pero para decir sin tapujos lo que previamente le habían transmitido las plataformas convocantes. No faltó la crítica a la supremacía de las ciudades, como pudo verse este domingo en la manifestación ante la indiferencia de los madrileños, que veían la protesta como si la cosa no fuese con ellos.
“Los pueblos nos morimos cada vez que alguien de este mundo urbano juzga con aires de superioridad intelectual al campo”, dijo Sierra, para aclarar que quienes hacen eso se olvidan de que “la palabra cultura viene del latín cultus, que no es sino el cuidado de la tierra”.
Denunció en otro momento la “la incapacidad de nuestros representantes por alcanzar un pacto de Estado” en cuestiones como la sanidad pública para garantizarla a todos los ciudadanos, “independientemente de dónde vivamos o qué color nos gobierne”-
Apeló por vencer las muertes que se producen en el mundo rural y seguir luchando para “remontar la situación de nuestra hermosa España vaciada y silenciosa”. Reclamó que se consulte al territorio, que se ponga en valor a la mujer en estos territorios “frente a mentalidades muy desfasadas”, y que se impulse el bienestar y el progreso, pero “cuidando a la madre tierra”.
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