

José Antonio Satué, en la Catedral de la Encarnación malagueña, donde ha asumido su ministerio como obispo de Málaga y Melilla
José Antonio Satué toma posesión como obispo de Málaga y Melilla
Hace un llamamiento a la humildad, coherencia y misión en su homilíaSatué se despide con “humildad” de Teruel, una tierra “necesitada” de que apuesten por ella
La Diócesis de Teruel y Albarracín espera al que será su sexto obispo en 25 años
La catedral malagueña de la Encarnación se llenó este sábado de fieles para la solemne eucaristía en la que José Antonio Satué Huerto asumió oficialmente su ministerio como nuevo obispo de Málaga y Melilla. La celebración, presidida por el propio Satué y concelebrada por numerosos obispos y sacerdotes, congregó a cientos de personas, entre ellas un nutrido grupo procedente de Teruel, Huesca e Italia, lugares estrechamente vinculados a la trayectoria personal y pastoral del prelado.
Durante su primera homilía en la sede malacitana, Satué agradeció a Dios el camino que, según sus palabras, lo llevó “desde Sesa, mi pueblo natal, hasta esta tierra bendita”, recordando su servicio en Aragón, Roma, el Vaticano y, más recientemente, en la diócesis de Teruel y Albarracín.
En su mensaje, el nuevo obispo centró su reflexión en tres actitudes fundamentales para la vida de la Iglesia: humildad, coherencia y misión. Sobre la humildad, aseguró que llega a Málaga “grande de estatura, pero pequeño por mis limitaciones y pecados”, e hizo un llamado a que la diócesis viva este valor en sus celebraciones, en la caridad y en la denuncia de las injusticias.
Respecto a la coherencia, subrayó que “no basta con hablar de sinodalidad o solidaridad: hay que vivirlas”, e instó a avanzar en la escucha mutua, el cuidado de la creación y la adopción de un estilo de vida sencillo y evangélico.
En cuanto a la misión, recordó que la Iglesia no puede encerrarse en sí misma y animó a salir al encuentro de quienes más sufren, como los pobres, los jóvenes desorientados, los inmigrantes explotados y las familias en crisis. Reafirmó que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.
Durante la homilía, Satué evocó también la figura de José Molina Lario, turolense que en el siglo XVIII pasó de Albarracín a Málaga, dejando una profunda huella pastoral y social. Lo presentó como ejemplo e inspiración para su propio ministerio episcopal.
La ceremonia estuvo marcada por la emoción, especialmente entre los fieles aragoneses que viajaron para acompañar al nuevo obispo en este momento significativo. Al finalizar, Satué se encomendó a la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga, pidiendo la gracia de aprender cada día a decir: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Durante su primera homilía en la sede malacitana, Satué agradeció a Dios el camino que, según sus palabras, lo llevó “desde Sesa, mi pueblo natal, hasta esta tierra bendita”, recordando su servicio en Aragón, Roma, el Vaticano y, más recientemente, en la diócesis de Teruel y Albarracín.
En su mensaje, el nuevo obispo centró su reflexión en tres actitudes fundamentales para la vida de la Iglesia: humildad, coherencia y misión. Sobre la humildad, aseguró que llega a Málaga “grande de estatura, pero pequeño por mis limitaciones y pecados”, e hizo un llamado a que la diócesis viva este valor en sus celebraciones, en la caridad y en la denuncia de las injusticias.
Respecto a la coherencia, subrayó que “no basta con hablar de sinodalidad o solidaridad: hay que vivirlas”, e instó a avanzar en la escucha mutua, el cuidado de la creación y la adopción de un estilo de vida sencillo y evangélico.
En cuanto a la misión, recordó que la Iglesia no puede encerrarse en sí misma y animó a salir al encuentro de quienes más sufren, como los pobres, los jóvenes desorientados, los inmigrantes explotados y las familias en crisis. Reafirmó que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.
Durante la homilía, Satué evocó también la figura de José Molina Lario, turolense que en el siglo XVIII pasó de Albarracín a Málaga, dejando una profunda huella pastoral y social. Lo presentó como ejemplo e inspiración para su propio ministerio episcopal.
La ceremonia estuvo marcada por la emoción, especialmente entre los fieles aragoneses que viajaron para acompañar al nuevo obispo en este momento significativo. Al finalizar, Satué se encomendó a la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga, pidiendo la gracia de aprender cada día a decir: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
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